lunes, 3 de marzo de 2014

Kichiro regresa a su casa muy disgustado por la forma como los niños trataron a la tortuga, sobre todo cuando desde muy pequeño aprendió de sus padres la importancia del cuidado y el respeto por la  naturaleza al igual que por todos los que en ella habita. Su madre que lo vio tan enfadado por  lo sucedido le cuenta la historia que un día su padre le contó:

"Había una vez una tortuga que no le gustaba ir a la escuela y todo el tiempo se burlaba de los demás y nada de lo que hacia le salía bien, por eso se enfadaba con ella misma y con los demás. 

Un día una sabia tortuga le dijo que la solución a todos sus problemas la tenía encima de su cuerpo en su caparazón, un lugar perfecto para esconderse cuando estaba enfadado porque ahí encuentra tranquilidad y puede dar solución a todos sus problemas".


A Kichiro le dio risa al comprender el mensaje que su madre le había querido dar con esa historia y entendió que la solución es compartir con los niños la importancia de cuidar los animales que están en nuestro entorno. Corrió a buscarlos y los llevó a un sitio mágico lleno de pasto marino donde las tortugas ponen sus huevos y se observan pequeñas crías acompañadas de sus padres.

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