sábado, 5 de abril de 2014

Pero mientras jugaban en ese bosque con todo aquello que habían creado para ser felices con lo que la naturaleza y la imaginación les brindaba, apareció el hombre que meses atrás había maltratado a Jimbo. Kichiro estaba atónito ante la mirada del hombre del que tanto habían huido. Pero el cazador no recordaba a Kichiro porque nunca pudo ver su rostro mientras corría.

Camila se sintió confundida al ver val hombre y la reacción que desató en Kichiro. El hombre se acercó a los niños y les preguntó:

- ¿Ustedes viven cerca de aquí pequeños? Hace meses busco un cachorro que escapó de mi casa y lo quiero recuperar.

Muertos del susto, los niños salieron a correr hacia la casa para proteger a Jimbo, pero el hombre los siguió. Esto iba más allá de su mundo imagnario. Ojalá hubiese sido fantasía pero no era así. Al entrar en la casa, Jimbo pegó dos o tres ladridos que delataron su presencia.

El hombre lleno de furia golpeó la puerta:

- Abran ya... quiero ver ese perro. Llevo meses buscándolo y es mío.

La mamá de Camila, Ana, abre la puerta, le pide que se calme y le hace seguir. El hombre queda maravillado ante la belleza de la casa, que muy sencilla, le trajo recuerdos de un pasado que lo llenaba de dolor. Pero también quedó maravillado con la belleza de aquella mujer que atendió con amabilidad su grosero llamado a la puerta.

En un momento recordó la fotografía que tenía en su mesa de noche. Había perdido a su esposa y su hija en un accidente hacía varios años y desde entonces, su corazón se había llenado de amargura y soledad. Y recordó también que el pequeño cachorro era una promesa que le había hecho a su hija pero no pudo cumplir.

Kichiro, Camila y Jimbo, escondidos escuchaban la conversación del cazador y  Ana, quien le contó cómo había encontrado al niño y al cachorro. El hombre se disculpó por tan lamentable hecho y le contó la razón por la cual lo había hecho.

- Mi nombre es John. - Se presentó – Y quiero mostrarle que algo como eso no volverá a suceder. Usted con su amabilidad me ha recordado el amor por los animales y por los detalles de la vida.

Los niños salieron de su escondite, Jimbo aunque prevenido, se acercó a John y permitió que ,o acariciara. Y como dando una muestra grande de perdón, el perrito empezó a jugar con él.

Desde aquel día, Ana y John iniciaron una nueva historia en la que Kichiro, Camila y Jimbo tenían todo el protagonismo. Porque unos niños y un pequeño cachorro les habían enseñado que los animales, la naturaleza y la vida son oportunidades de agradecer  a Dios, para enseñar a otros, para compartir y dejar volar la imaginación.

Kichiro y Camila no solo jugaban en un mundo imaginario donde sus sueños se realizaban y enseñaban a otros a cuidar de los animales con la pasión con que ellos lo hacían, sino que en su mundo real, habían formado una nueva familia y alrededor de ella una gran felicidad.


Kichiro estaba orgulloso de su aventura. Era hora de volver a casa a contar a su mamá todo por cuanto había pasado. Pero no olvidaría nunca aquella experiencia, ni a Camila y su nueva familia, porque gracias a su valentía, las puertas de aquella casa siempre estarían abiertas para él.


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