Pero mientras jugaban en ese
bosque con todo aquello que habían creado para ser felices con lo que la
naturaleza y la imaginación les brindaba, apareció el hombre que meses atrás
había maltratado a Jimbo. Kichiro estaba atónito ante la
mirada del hombre del que tanto habían huido. Pero el cazador no recordaba a
Kichiro porque nunca pudo ver su rostro mientras corría.
Camila se sintió confundida al
ver val hombre y la reacción que desató en Kichiro. El hombre se acercó a los
niños y les preguntó:
- ¿Ustedes viven cerca de aquí
pequeños? Hace meses busco un cachorro que escapó de mi casa y lo quiero
recuperar.
Muertos del susto, los niños
salieron a correr hacia la casa para proteger a Jimbo, pero el hombre los
siguió. Esto iba más allá de su mundo imagnario. Ojalá hubiese sido fantasía
pero no era así. Al entrar en la casa, Jimbo pegó dos o tres ladridos que
delataron su presencia.
El hombre lleno de furia golpeó
la puerta:
- Abran ya... quiero ver ese
perro. Llevo meses buscándolo y es mío.
La mamá de Camila, Ana, abre la
puerta, le pide que se calme y le hace seguir. El hombre queda maravillado ante
la belleza de la casa, que muy sencilla, le trajo recuerdos de un pasado que lo
llenaba de dolor. Pero también quedó maravillado con la belleza de aquella
mujer que atendió con amabilidad su grosero llamado a la puerta.
En un momento recordó la
fotografía que tenía en su mesa de noche. Había perdido a su esposa y su hija
en un accidente hacía varios años y desde entonces, su corazón se había llenado
de amargura y soledad. Y recordó también que el pequeño cachorro era una
promesa que le había hecho a su hija pero no pudo cumplir.
Kichiro, Camila y Jimbo,
escondidos escuchaban la conversación del cazador y Ana, quien le contó cómo había encontrado al
niño y al cachorro. El hombre se disculpó por tan lamentable hecho y le contó
la razón por la cual lo había hecho.
- Mi nombre es John. - Se
presentó – Y quiero mostrarle que algo como eso no volverá a suceder. Usted con
su amabilidad me ha recordado el amor por los animales y por los detalles de la
vida.
Los niños salieron de su
escondite, Jimbo aunque prevenido, se acercó a John y permitió que ,o
acariciara. Y como dando una muestra grande de perdón, el perrito empezó a
jugar con él.
Desde aquel día, Ana y John
iniciaron una nueva historia en la que Kichiro, Camila y Jimbo tenían todo el
protagonismo. Porque unos niños y un pequeño cachorro les habían enseñado que
los animales, la naturaleza y la vida son oportunidades de agradecer a Dios, para enseñar a otros, para compartir
y dejar volar la imaginación.
Kichiro y Camila no solo jugaban
en un mundo imaginario donde sus sueños se realizaban y enseñaban a otros a
cuidar de los animales con la pasión con que ellos lo hacían, sino que en su
mundo real, habían formado una nueva familia y alrededor de ella una gran
felicidad.
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